Ahora que él no está
las cosas siguen igual
aunque, he de admitir,
los ataques de rabia son más esporádicos...
ahora que el peso en mis hombros se ha reducido
siento que hay un nuevo destinatario de esa rabia
o, para ser más exacto, de ese -terrible- karma...
es increible cómo, al final, alguien tan lejano a él
termina pareciéndose tanto!
a tal punto que es juzgado muchas veces sin razón
y, lo que es peor, convertirse en el límite de su peor temor
no, no lo merece
he sido, por años, el pararrayos de sus frustraciones
y a pesar de todo, no logro salir
porque siento que mi labor aún no concluye
aunque temo que, a estas alturas, ya sea tarde para mí
no tengo mucho que dar
pero nadie se merece ser atacado por los pecados de otro...