En casa, cuando niño, escuchábamos música criolla durante el día, para acompañar la preparación del almuerzo y la limpieza de rutina: a esos días debo mi amor por esa música.
Y en las reuniones cumpleañeras, el jazz invadía el espacio, con los vientos de
Louis Armstrong y su incomparable voz: aquí una muestra.
¡Qué buenos aquellos días!