Hoy me encontré con el fondo de mí, y sentí el vacío a través del eco
retumbando en mi interior, pedazo de estremecimiento muerto
sin más que la certeza de mi insignificancia
apareciendo por entre la nada...
Hoy fui mísero, reflejado por unos ojos sin alma
de un vida castigada sin merecerlo
de un castigo que sentí debió ser mío
de días repetidos entre tanta fatalidad
un castigo inmerecido, un dolor tan suyo que pedí para mí
para apaciguar su dolor, el hambre y el frío...
Y es que una vida no vale más que otra
sólo porque caminamos distinto,
que hay tristeza flotando en el viento
para compensar las risas pasadas
para creer que ahora no es más que un recuerdo sombrío...
Pedidos de ayuda, una mano y una caricia
un pedazo de amor recogido
una gota de cariño que gustoso cambiaba por compañía eterna
por la esperanza de albergar abrigo
por la ilusión de ser de nuevo el mismo
correr, saltar y seguir siendo el mejor amigo...
Hoy lloré en silencio, y no por su destino
lloré por el mío, por la frustración de andar otro camino
sin poder juntar fuerzas y pasar por sobre todo
con tal de aliviar un poco sus espinas
quitar el hambre que ha consumido su mirada,
con todo el dolor que tengo, deseé para su alma alivio
aquello que se me hacía tan lejano, tan ajeno:
causa de mi miseria como -supuesto- ser supremo...
Hoy sentí rabia de mi pertenencia, de mi casta
de quienes son capaces de ofrecer miseria y dolor
de pedir para sí mientras le quitan a todos,
de los dueños de la injusticia y la fatalidad
de su rostros marchitos
sombras entre nosotros...
Hoy lloré de amargura, de tener el corazón entre las manos,
albergué coraje para vivir con el recuerdo
con esa mirada tímida frente a la mía
compañía para la tristeza
fuerza para remontar desdicha
sólo pido que si existe alivio fuera de este mundo
que te alcance enormemente
que recibas nueva vida
cuando acabe tu paso por este valle...
Perdóname por no hacer más que acongojar mis ojos
no soy más que tu reflejo
con distinto andar
(Te llevo conmigo en la esperanza)
retumbando en mi interior, pedazo de estremecimiento muerto
sin más que la certeza de mi insignificancia
apareciendo por entre la nada...
Hoy fui mísero, reflejado por unos ojos sin alma
de un vida castigada sin merecerlo
de un castigo que sentí debió ser mío
de días repetidos entre tanta fatalidad
un castigo inmerecido, un dolor tan suyo que pedí para mí
para apaciguar su dolor, el hambre y el frío...
Y es que una vida no vale más que otra
sólo porque caminamos distinto,
que hay tristeza flotando en el viento
para compensar las risas pasadas
para creer que ahora no es más que un recuerdo sombrío...
Pedidos de ayuda, una mano y una caricia
un pedazo de amor recogido
una gota de cariño que gustoso cambiaba por compañía eterna
por la esperanza de albergar abrigo
por la ilusión de ser de nuevo el mismo
correr, saltar y seguir siendo el mejor amigo...
Hoy lloré en silencio, y no por su destino
lloré por el mío, por la frustración de andar otro camino
sin poder juntar fuerzas y pasar por sobre todo
con tal de aliviar un poco sus espinas
quitar el hambre que ha consumido su mirada,
con todo el dolor que tengo, deseé para su alma alivio
aquello que se me hacía tan lejano, tan ajeno:
causa de mi miseria como -supuesto- ser supremo...
Hoy sentí rabia de mi pertenencia, de mi casta
de quienes son capaces de ofrecer miseria y dolor
de pedir para sí mientras le quitan a todos,
de los dueños de la injusticia y la fatalidad
de su rostros marchitos
sombras entre nosotros...
Hoy lloré de amargura, de tener el corazón entre las manos,
albergué coraje para vivir con el recuerdo
con esa mirada tímida frente a la mía
compañía para la tristeza
fuerza para remontar desdicha
sólo pido que si existe alivio fuera de este mundo
que te alcance enormemente
que recibas nueva vida
cuando acabe tu paso por este valle...
Perdóname por no hacer más que acongojar mis ojos
no soy más que tu reflejo
con distinto andar
(Te llevo conmigo en la esperanza)